1. IDENTIFICACIÓN.
Este texto está extraído de la obra
de Joaquín Costa La tierra y la cuestión social y se trata de una fuente
primaria ya que fue redactado de forma contemporánea a los hechos –fue publicado
en 1902-. Tiene carácter histórico-literario y su contenido es tanto político
como social y económico.
El autor es de carácter individual y
en este texto se advierte fácilmente la subjetividad desde la cual analiza los
hechos de la época. Esto se debe a que el autor constituye una de las figuras
más importantes del movimiento regeneracionista, corriente crítica contra el
régimen de la Restauración que se desarrolló en nuestro país entre finales del
siglo XIX y principios del siglo XX y, por tanto, habla desde el punto de vista
de esta corriente.
El texto tiene carácter público y su
destinatario es todo aquel que pueda acceder a los libros y la cultura, lo que
a principios del siglo XX en España era un pequeño porcentaje de la población.
La intención del autor es criticar la situación del país en la época.
2. ANÁLISIS.
El tema principal del texto es la
crítica por parte del autor a cómo el régimen liberal de la época ha pretendido
defender la libertad del pueblo. El autor critica que el gobierno solo ha hecho
que el pueblo sea libre sobre el papel (“Esa libertad no se cuidaron más que de
escribirla en la Gaceta”). Sin embargo, no se ha ocupado de hacer reformas para
que esa libertad sea real. El autor defiende que para que el pueblo sea
realmente libre es necesario hacer reformas en educación para acabar con
analfabetismo y reformar también la agricultura. Esta idea se resume en su lema
“escuela y despensa”.
Como ideas secundarias encontramos
las consecuencias que se derivan de no realizar estas reformas: aquel que no
sabe no es capaz de decidir por él mismo y por tanto es dirigido por otro en
función no de los intereses del primero sino en función de los intereses de él
mismo; por otra parte, aquel cuya alimentación y supervivencia depende de otros
tampoco tiene la libertad de dirigirse hacia donde él desea, tampoco es libre.
También encontramos una alabanza al
gobierno de la República: “Esto los vieron claramente los hombres de Estado de
1873, preocupándose tanto como de la reforma política, de la reforma social
cuando todavía podía ser sazón de que fructificase pacífica y evolutivamente”.
3. CONTEXTO HISTÓRICO.
La obra de la que está extraído este
texto fue publicada, como ya hemos dicho, en 1902, tres años después del
desastre del 98, que supuso la pérdida de todas las colonias suramericanas que
estaban en posesión española. Este hecho sumió a la sociedad y a la clase
política española en un estado de desencanto y frustración. Para quienes la
vivieron, significó la destrucción del mito del imperio español, en un momento
en que las potencias europeas estaban construyendo vastos imperios coloniales
en Asia y África, y la relegación de España a un papel secundario en el
contexto internacional. Además, la prensa extranjera presentó a España como una
nación moribunda, con un ejército totalmente ineficaz, un sistema político corrupto
y unos políticos incompetentes. Y esa visión cuajó en buena parte de la opinión
pública española. Por una parte los partidos antidinásticos (republicanos y
socialistas) junto a los nacionalistas catalanes y vascos señalaban la
necesidad de reformar el sistema político canovista. Por otra parte, la
burguesía y los economistas atribuían los males del país al atraso de las
estructuras económicas de España. Por último, los intelectuales
regeneracionistas, entre los que se encuentra Joaquín Costa, y los escritores
de la generación del 98 señalaban grandes diferencias entre la “España oficial”
y la España real. Creían que la regeneración sólo era posible abordándola “desde
abajo”, ya que sólo conociendo la España real se podrían alcanzar las
soluciones a los problemas de España.
Además de las consecuencias sociales,
el desastre del 98 tuvo, por supuesto, repercusiones económicas y políticas. En
la política se rompió, en los últimos años de la Regencia (1886-1902), la
estabilidad creada por los dos líderes de los partidos dinásticos. En la
economía, la industria catalana perdió un excelente mercado para sus productos
y unas materias primas baratas, pero logró atraer los capitales de los indianos
enriquecidos; además, los grandes gastos de la guerra ocasionaron la
devaluación de la peseta, la inflación, el aumento del déficit del Estado y la
necesidad de aumentar los impuestos y reformar la Hacienda. Por último, el
ejército se sintió gravemente humillado y exigió a los sucesivos gobiernos una
modernización del armamento para recuperar el prestigio perdido; además, la
pérdida de miles de jóvenes llamados a “quintas” que lucharon en las colonias y
la deserción de otros muchos puso en entredicho el sistema de reclutamiento.
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